Esta tarde se debate en el Congreso de la República el proyecto de Ley que
busca garantizar un conjunto de derechos en favor de las parejas del mismo sexo
que tienen como parte de sus proyectos de vida sostener su relación bajo la
protección del Estado.
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Unión Civil Ya |
Considero que esta Ley no debiera ser otra que no fuese la Unión de Hecho
o el Matrimonio Civil; sin embargo, para muchas personas estas figuras legales
son propias de un tipo de relación y está reservada para el mundo heterosexual.
Me pregunto entonces ¿qué de particular poseen las relaciones heterosexuales
para considerar que sean “merecedoras de protección estatal” dejando de lado a
las parejas del mismo sexo? Al parecer es extravagante y hasta enfermo que una
pareja homosexual solicite la protección y resguardo al Estado de su proyecto
de vida en común.
Para la humillación de muchas y muchos como yo, nuestras
vidas serán tratadas como basura en este Congreso. Unos defendiendo la causa de
la solidaridad y compasión que supone una figura legal que deja intacto el
estatus de ser heterosexual y sus instituciones en este país: y otros para
recordar que como basura social somos la puerta de entrada para el desenfreno, la perversión o el delito, como son el sexo con animales y el matrimonio forzado con
niñas o niños.
Ambas posiciones son humillantes para las y los ciudadanos
que hemos decido vivir con honestidad frente a nuestros deseos en medio de los mitos
acerca del amor romántico o la vida en común. Por ello intentaré discutir en relación a algunos de los mitos que creen defender causas “justas” legitimadas por
nuestro precario sistema de representación.
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Martha Chávez |
Comenzaré con aquellos argumentos presentados por quienes se
oponen al proyecto de Unión Civil como Martita Chávez y Julito Rosas. Ambos
voceros de las filas que no odian a las personas homosexuales, pero defienden
el valor de la familia que se constituye a partir de una erótica exclusivamente
heterosexual.
La familia es una
institución natural y su fin es la reproducción. Nada más falso. ¿Es que acaso
para estas personas las familias son conglomerados biológicos que garantizan la
supervivencia de la especie humana? No. Socialmente las familias son agencias
de cuidado mediados por el parentesco biológico o político que garantizarían la
vida social, la cual implica una historia familiar, valores y normas, así como la búsqueda de la autorrealización de
cada uno de sus miembros en solidaridad con los otros. Podemos identificar que
muchas veces no se cumple con su rol por lo cual son sujetas de sanción social.
Los crímenes de feminicidio, niñas y niños maltratados por sus padres o madres
o el suicidio de un adolescente gay o transgénero por razones de discriminación
al interior de su familia, genera la indignación en la sociedad peruana. Eso
nos da algún respiro y nos indica que no todo está perdido.
Luego de la aprobación
de la Unión Civil de personas del mismo sexo vendrá la legalización del
matrimonio con niñas o niños, consigo mismos y el sexo con animales. Todo
indica que para estas personas la homosexualidad es el límite de la perversión
permitida bordeando es asco y el pánico social o el absurdo del ego. En
definitiva un mecanismo de protección y garantía de los derechos de las
personas que hacen vida en común sigue pareciendo una perversión desde una
mirada heteronormativa de la sexualidad humana. Ya se ha documentado largamente
de su complejidad y sus expresiones, por ello no haré mayor mención aquí. Sin
embargo, propongo que el debate busque centrarse en aquello que llamamos ciudadanía sexual: es
decir la facultad y capacidad que posee cada individuo en el proceso de su
desarrollo para consentir las posibilidades y límites de su relacionamiento
sexual. En otras palabras la capacidad de ejercer libremente con autonomía la responsabilidad
de la práctica sexual y el relacionamiento amoroso. Para ello es necesario
políticas de educación sexual en todos los niveles que garanticen información y
valores de cuidado en esta dimensión de la vida humana. También es necesario
distinguir los regímenes de libertad e indemnidad en el debate para que no se
vea entorpecida la discusión entre el deseo sexual y atentados contra la indemnidad
sexual que gozan las niñas y los niños. Para el caso de los animales, muchos estarán
de acuerdo que deben gozar de un régimen de protección que garantice el respeto
por ellos y la naturaleza en su conjunto. De esto poco se ha discutido. Lamentable.
Nos interesa proteger
a los niños. Cada vez que estos voceros hacen esta afirmación, me pone muy
triste. Porque ignoran que la sexualidad se va descubriendo y construyendo
desde la adquisición del lenguaje. Que es un proceso individual que parte de
los deseos y el desenvolvimiento de las emociones y los sentimientos personales.
Es decir desde cuando éramos niños o niñas y nos acompaña a lo largo del
desarrollo y decisiones en nuestra vida. Señalar la defensa de los niños de los
homosexuales nos ubica en la marginalidad y nos excluye del respeto y dignidad
como personas. Muchas personas homosexuales y, por supuesto, transgéneros son
cotidianamente responsables o corresponsables de la educación de muchos niños y
niñas. Muchas parejas heterosexuales confían algunas tareas en la educación o
cuidado de sus hijos o hijas a parientes y amigos homosexuales, cuando
necesitan de ‘una mano’. Entonces podemos ser buenos tíos, tías, padrinos, madrinas,
niñeros, niñeras pero no buenos padres o madres. Parece bastante hipócrita esta
posición.
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Carlos Bruce |
Por otro lado Carlos Bruce, considera este último punto
indefendible, por ello excluye la posibilidad de adopción en
los proyectos de vida en común por parte de parejas homosexuales. Pero además
afirma que el matrimonio civil es para
heterosexuales y por ello es necesario crear
una nueva institución para los “especiales” homosexuales. Con esta fórmula
hace evidente que el conjunto de prejuicios respecto a la sexualidad y la influencia
negativa de las personas homosexuales en la sociedad, son más convincentes que la posición que defiende.
Decidir salir de la vida en clandestinidad para ejercer
nuestros derechos en igualdad de condiciones parece ser un sueño de justos en
un mundo aplastado por la sinrazón e ignorancia civil.
Ojalá podamos tener un debate que esté mediado por el
respeto a los derechos y la dignidad de las personas esta tarde, pero creo que
eso es otro sueño.
@Dermesto